Page 22 - Libro Max Cetto
P. 22
Max L. Cetto y el territorio de la arquitectura
frailes mendicantes, los constructores más activos en la etapa inmediatamente posterior a la
conquista. Sin embargo, al contrastar al barroco y churrigueresco del país con las contempo-
ráneas y “genuinas creaciones espaciales” de Italia y Alemania, reconocía que en el México
colonial no existió un verdadero sentido del espacio. Por ello afirmaba que lo más caracte-
rístico y por lo tanto valioso del barroco mexicano no residía en alguna “esencia arquitec-
tónica”, sino en “la manera de la decoración y el porte exaltado”, mismos que emparentaba
con el horror vacui precolombino. En cambio, la única verdadera innovación arquitectónica
36
de la colonia era la capilla abierta. En su opinión “el éxito” de las capillas abiertas residía
en su similitud con los teocalis precolombinos en tanto edificaciones cuyos rituales ocurrían
enfrente de grandes espacios abiertos. Al igual que con la idea del horror vacui, con esta otra
Cetto aludía a la noción, popular en ese entonces, de que existían recurrencias formales en
el arte y la arquitectura de México. En efecto varios autores de su generación afirmaban que
era posible detectar “invariantes” o “constantes” a lo largo de la historia de la arquitectura del
37
país. Uno de ellos, José Villagrán, desarrolló esta idea de forma más extensa y elaborada,
38
pero fue Cetto quien lo hizo de la manera más concisa y desideologizada. A diferencia de
Villagrán quien, como citaba en su libro, veía de manera negativa el surgimiento de cierto
39
“formalismo decorativista, atectónico, y por fortuna extemporáneo”, como veremos, Cetto
se mostraba más tolerante hacía ese fenómeno, pero más coherente dentro de la lógica trans-
histórica de las “constantes”. 40
Reconociendo la importancia del urbanismo no sólo local sino también iberoamericano
en general, lamentaba que su estudio no hubiera tenido el suficiente atractivo que merecía
41
entre los especialistas. De forma por demás interesante invocaba una vez más a Alberti a
quien, en su papel de primer teórico del urbanismo, calificaba como “el padre” de las plazas
mexicanas; el lado “materno” representado por los propios asentamientos precolombinos.
Con todo, tampoco evadía señalar la violencia inédita ejercida contra la población autóctona
durante la colonia, pero en la que gradualmente un sentimiento de identidad y orgullo con
respecto a la arquitectura y el arte coloniales comenzó a consolidarse.
Cetto definía la arquitectura neoclásica del siglo XIX como una “reacción racionalista
a la exuberancia del barroco”, pero hacía notar la poca popularidad que tuvo entre la gente
común. Sin embargo reconocía que su surgimiento obedecía a una situación geopolítica y
transcultural compleja que desembocó en los eclecticismos dominantes a lo largo de todo ese
siglo. Según Cetto, el último de esos eclecticismos, extendiéndose en el siglo XX, representó
en México la adhesión acrítica a la cultura, la técnica y la arquitectura de Estados Unidos.
Como tal se trataba de un deseo generalizado de modernización que tuvo como uno de sus
aspectos más negativos el prestar oídos sordos a las circunstancias e idiosincrasias locales:
36 Tras haber recorrido el país y documentado muchas de estas obras, Cetto era un gran conocedor del tema. Además fue
amigo cercano y en alguna ocasión socio de John McAndrew, el principal y hasta ahora insuperado investigador de esa
tipología. Ver John McAndrew, The Open-Air Churches of Sixteenth-Century Mexico: Atrios, Posas, Open Chapels, and Other
Studies (Cambridge: Harvard University Press, 1965).
37 Ver José Villagrán García, “Prologue” en Clive Bamford Smith, Builders in the Sun, 12-14; Panorama de 50 años de
arquitectura mexicana contemporánea (Ciudad de México: INBA, 1952) y Seis temas sobre la proporción en arquitectura (Ciudad
de México: INBA, 1963).
38 Para Cetto las constantes históricas de la arquitectura mexicana se hacían evidentes a distintas escalas: desde los
detalles, a las proporciones de sus espacios abiertos, a la configuración de asentamientos y ciudades. Daniel Garza
Usabiaga trata de diferenciar la interpretación de Cetto de la idea de continuum propugnada por otros arquitectos
mexicanos, sin embargo, no nota las similitudes entre ellos. Ver “Max Cetto: Protagonista del desarrollo de la arquitectura
moderna en México” en Max L. Cetto, Modern Architecture in Mexico/Arquitectura moderna en México (2011), s.p.
39 Max L. Cetto, Modern Architecture in Mexico, 24.
40 Sobre el tema de las “constantes” ver Juan Manuel Heredia, “Juan Sordo Madaleno y el sentido de la proporción” en
Miquel Adrià y Juan Manuel Heredia, Juan Sordo Madaleno 1916-1985 (Ciudad de México: Arquine, 2013), 35-38.
41 Sólo hasta 1983 Ramón Gutiérrez publicaría su Arquitectura y Urbanismo en Iberoamérica (Madrid: Cátedra, 1983).
22