Page 25 - Libro Max Cetto
P. 25

Juan Manuel Heredia





                                                                     54
                                       peyorativas de una década atrás,  sino para referirse a ciertas tendencias desarrolladas después
                                       de la Segunda Guerra Mundial que se habían escindido de la ortodoxia del funcionalismo.
                                       Esta nueva interpretación está basada en una entusiasta lectura del libro de Gustav René
                                                                                                                            55
                                       Hocke, Die Welt als Labyrinth. Manierismus in der europäischen Kunst und Literatur de 1957.
                                       Según Hocke, a todo movimiento “clasicista” de simplicidad, claridad y unidad visual le se-
                                       guía por necesidad otro manierista de exageración, ruptura y desintegración, pero también
                                       de renovación. El libro de Hocke no sólo versaba sobre el famoso periodo posterior al “alto
                                       renacimiento”, sino que también incluía otros movimientos contemporáneos como el ex-
                                       presionismo y el surrealismo. De forma análoga, Cetto veía el desarrollo de la arquitectura
                                       moderna como el tránsito de un clasicismo ortodoxo hacia un manierismo que de alguna
                                       forma ya estaba contenido en él.
                                           En su libro, Cetto hablaba de la gran importancia que el funcionalismo tuvo en la ar-
                                       quitectura moderna de México, destacando las escuelas de O’Gorman y los conjuntos habi-
                                       tacionales de Legarreta. De la misma forma, conectaba el prematuro retiro del primero y la
                                       sorpresiva muerte del segundo con el “estancamiento” de ese movimiento y por ende con su
                                                               56
                                       eventual desacreditación.  Dentro de este contexto de producción manierista, un grupo de
                                       arquitectos jóvenes continuaba de cierta manera el legado funcionalista, pero con un énfasis
                                       por demás esteticista y con poco o nada de su contenido social original. Este grupo repre-
                                       sentaba el primer frente de la crítica de Cetto a la arquitectura mexicana moderna.


                                       Primer frente: la arquitectura internacionalista


                                       En efecto, la primera y más severa crítica de Cetto en su libro estaba dirigida a los arquitec-
                                       tos internacionalistas, en cuya obra predominaba el uso de estructuras de acero y superficies
                                                   57
                                       acristaladas.  Uno de sus principales blancos era la dupla de Ramón Torres y Héctor Veláz-
                                       quez, aunque también criticaba algunas obras de Manuel Becerra y Jorge Teja, Augusto H.
                                       Álvarez, Francisco Artigas, Raúl Cacho y Abraham Zabludovsky. En ellos Cetto detectaba la
                                       herencia de Mies van der Rohe, pero acusaba sus limitaciones al tratar de emular acríticamen-
                                       te al maestro alemán. Si la obra de Mies demostraba claridad estructural, sentido de la escala,
                                       proporción y una cuidadosa atención a los detalles y los materiales, la obra de los mexicanos
                                       era una aproximación superficial, impersonal y de exacerbamiento de la estética miesiana:


                                              No tiene la culpa el brujo si su aprendiz olvida la fórmula mágica al hacer trabajar las
                                              escobas mecánicas para limpiar la casa y pulirla hasta obtener el máximo brillo, elimi-
                                              nando toda irregularidad, todo detalle de gusto personal, destruyendo la nobleza innata
                                              de los objetos. 58



                                       54 Ya en su comunicación con Sert y Papadaki, Cetto tamizaba su juicio diciendo que los arquitectos pseudomodernos
                                       mexicanos “se consideran progresistas [aunque] algunas veces lo son y, es más, en ocasiones construyen cosas de cierto
                                       interés”. Heredia, “México y el CIAM”, primera parte, 31.
                                       55 Gustav René Hocke, El mundo como laberinto: el manierismo en el arte europeo de 1520 a 1650 y en el actual (Madrid:
                                       Guadarrama, 1961).
                                       56 Las intuiciones de Cetto eran correctas. Bien podría afirmarse que la ausencia de esos dos arquitectos (aunada al casi
                                       simultáneo retiro de Luis Barragán quien, junto con Villagrán y los dos ausentes, había figurado como una de las jóvenes
                                       promesas de la arquitectura mexicana de la década de los treinta) si no estancó, al menos trastocó fundamentalmente
                                       el desarrollo de la arquitectura mexicana. Estos cuatro arquitectos fueron precisamente los más destacados en el libro
                                       de Esther Born, The New Architecture of Mexico (Nueva York: William Morrow, 1937). Con Villagrán como líder único,
                                       la arquitectura moderna del país se consolidó a su manera, pero sin la fuerza, rebeldía e imaginación de esos pioneros y
                                       siempre acompañada de aquellas reacciones manieristas o decorativistas detectadas por Cetto y el mismo Villagrán.
                                       57 En los escritos de Villagrán antes mencionados, y en muchos otros, se realizaban criticas similares a las de Cetto.
                                       58 Max L. Cetto, Modern Architecture in Mexico, 25.






                                                                                                                           25
   20   21   22   23   24   25   26   27   28   29   30