Page 29 - Libro Max Cetto
P. 29
Juan Manuel Heredia
policromado de Diego Rivera. Cetto lo llamó “el edificio más importante y mejor logrado”
84
del conjunto y una de “las mayores realizaciones de la arquitectura moderna”; a modo
villagraniano, decía que en él se lograban reunir las funciones lógicas, utilitarias, sociales y
estéticas y en este sentido lo contrastaba con cierta tendencia reciente de sólo dar prioridad
a la función estética: la llamada “arquitectura emocional”. 85
Tercer frente: la “arquitectura emocional”
Considerada otra desviación manierista de la arquitectura mexicana, la arquitectura emocio-
nal era para Cetto el tercer frente de crítica en su libro. Sus primeras observaciones estaban
dirigidas a las Torres de Satélite, diseñadas en 1957 por Mathias Goertiz y Luis Barragán,
las dos principales figuras de esa tendencia. En alusión a las referencias de sus propios au-
tores a las torres de San Gimminiano en Italia como la inspiración para su proyecto, Cetto
reviraba y diferenciaba ambas obras, haciendo notar la belleza y la utilidad de la primera y
el carácter exclusivamente formal de la segunda. Con tono sarcástico pero con seriedad de
fondo, afirmaba que la belleza plástica de las torres de Goeritz y Barragán “no me emociona
bastante para considerarlas como arquitectura. La arquitectura sin un programa al servicio
del hombre es como una corrida de toros sin toro; quizás ambos fascinen con la estética de
86
un teatro de títeres, pero les falta la fuerza vital”.
Unas páginas antes Cetto ya había advertido que la idea de una arquitectura emocional
87
tampoco era nueva, ya que la obra de Le Corbusier lo había sido desde el inicio y, es más,
que la arquitectura moderna siempre tuvo en su interior tendencias emocionalistas. Así,
dentro de esta corriente incluía a la llamada arquitectura orgánica de herencia wrightiana,
tanto como la expresionista de Hugo Häring, Erich Mendelsohn y Hans Scharoun. Se
sobreentendía que en este rubro Cetto también incluía la casa de O’Gorman, aunque de
México la obra que destacaba era la de un arquitecto poco conocido pero que en esa época
88
fue elogiado entre otras personas por Diego Rivera: José Luis Hernández Mendoza. Cetto
centraba su crítica no en un proyecto sino en un elemento de un edificio de este arquitec-
to: las escaleras de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica del Instituto
Politécnico Nacional, de 1953. En éstas, las pendientes de las rampas cambiaban constan-
temente de ángulo para supuestamente adaptarse a la fatiga del cuerpo al subir el edificio.
Haciendo notar lo gratuito y dispendioso de la solución, Cetto se mofaba de las “profundas
explicaciones” del arquitecto, según las cuales sus escaleras “simbolizaban la lucha de la raza
89
[mexicana]”. Al criticar a las Torres de Satélite por su carácter igualmente impráctico y
84 Max L. Cetto, Modern Architecture in Mexico, 30, 92.
85 Max L. Cetto, Modern Architecture in Mexico, 30.
86 Max L. Cetto, Modern Architecture in Mexico, 30. Tres décadas después el arquitecto, artista y crítico Fernando González
Gortázar elogiaba la “certeza critica” de Cetto en su libro pero lamentaba ese comentario: “No logro entender su furioso
ataque a las Torres de Satélite: siendo un hombre tan inteligente, me sorprende la debilidad de su argumento central según
el cual una obra de arquitectura sin programa es como una corrida de toros sin toro”. Lo sorprendente realmente es percibir
“furia” en las palabras de Cetto, cuando tanto el pasaje como el contexto en que fue escrito transmitían lo opuesto a ese
sentimiento. Quizás la crítica de González Gortázar se deba a cierto orgullo regionalista y nacionalista como representante
de la escuela “tapatía” de arquitectura. Ver “Indagando las raíces” en Fernando González Gortázar coord., La arquitectura
mexicana del siglo XX (Ciudad de México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1994), 264. Por otro lado, Cetto
se mostraba más benevolente con otro proyecto de Goeritz: la galería y cabaret El Eco.
87 En su libro Cetto aludía tanto al texto de Le Corbusier, “Arquitectura: pura creación del espíritu”, incluido en Hacia
una arquitectura (1923) (Barcelona: Apóstrofe, 1977), 163-183, como a la iglesia de Ronchamp de 1953. Max L. Cetto,
Modern Architecture in Mexico,25.
88 En este sentido habría que escuchar las conferencias de Rivera, “Los nuevos valores de la plástica: la nueva arquitectura,
la nueva pintura, la nueva escultura”, llevadas a cabo de marzo a julio de 1955 resguardadas en audio en la Fonoteca Nacional
de México y disponibles en https://www.fonotecanacional.gob.mx/index.php/escucha/secciones-especiales/diego-rivera.
89 Cetto no mencionaba lo ilógico de una solución que sólo se justificaba para al ascenso y no el descenso de las escaleras
pero posiblemente lo percibía.
29