Page 27 - Libro Max Cetto
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Juan Manuel Heredia
tro costados”: todos ellos orientados cardinalmente, todos tratados con distintas calidades
materiales, todos en estrecha relación con las actividades humanas llevadas a cabo en ella.
Segundo frente: la arquitectura nacionalista
El segundo frente de la crítica de Cetto a la arquitectura moderna de México se enfocaba en
aquella de corte nacionalista, que el veía como otra manifestación manierista. Cetto no sólo
consideraba a México como sujeto de la sucesión cíclica de estilos clasicistas y manieristas,
sino a la arquitectura y al arte mexicanos como manieristas en sí mismos. O’Gorman repre-
sentaba la encarnación de este fenómeno, toda vez que su obra había transitado del funcio-
nalismo racionalista de sus escuelas al expresionismo irracionalista de su propia casa en El
Pedregal. Cetto describía esta casa como de “curiosidad demoniaca y embrolladora”, produc-
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to simultáneo de “cálculo y de manía”. Elogiando la imaginación mostrada por O’Gorman
en este proyecto, Cetto confesaba, sin embargo, que él como arquitecto “habitaba territorios
más templados” y que esa casa iba “más allá de la arquitectura llegando al polo en que ya
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no hay camino que se pueda seguir”. De la misma forma aseguraba que “probablemente
está de acuerdo O’Gorman si su creación no se clasifique como arquitectura en un sentido
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estricto (strengen Sinn) ya que no le interesa fijar los límites entre las distintas artes.” No
obstante también reconocía que sin gente como él “[los arquitectos] jamás nos hubiéramos
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dado cuenta de los límites de nuestro mundo” , alabando así la obra y el talento de su ami-
go y simultáneamente criticándolos para reafirmar el territorio disciplinar objeto de su libro.
Si bien para Cetto el creciente interés por las decoraciones de tipo prehispanista por
parte de los arquitectos mexicanos era un claro ejemplo de manierismo arquitectónico, su
juicio al respecto no era monolítico: por un lado consideraba “ridículas” las casas que mos-
traban ese tipo de decoración en sus exteriores (probablemente una alusión a la arquitec-
tura doméstica de Enrique Yáñez), pero por el otro se mostraba tolerante hacía edificios
institucionales que hacían lo mismo bajo la justificación de que eran obras de mayor carga
simbólica. El más claro ejemplo de esta última modalidad era la recién terminada Ciudad
Universitaria de la Ciudad de México. Cetto encomiaba la “fuerza”, “alegría” y “despreocu-
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pación” (Unbekümmertheit) mostrada por sus arquitectos, pero criticaba lo improvisado de
la empresa y los problemas de proporción, orientación y relación con el paisaje que obser-
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vaba y que, como anotaba, habían ya sido señalados por críticos extranjeros. A pesar de
su actitud tolerante se mostraba escéptico hacía esta tendencia, especialmente cuando el
deseo de representación nacional se priorizaba sobre la “resolución adecuada de los proble-
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mas arquitectónicos”. Al recomendar que “reservemos un lugar a lo ‘nacional’ en nuestro
subconsciente” sentenciaba categóricamente: “Nuestra arquitectura sólo será buena en la
medida en que corresponda a México, y será mexicana en la medida en que sea realmente
buena”. 73
Una vez mencionado el tema del nacionalismo, Cetto decía verse en la necesidad de
abordar “una ideología” que subyacía a ese discurso: la “integración plástica”. Contra la ori-
ginalidad reclamada por los protagonistas de ese movimiento, en su mayoría pintores, Cetto
recordaba a sus lectores que la idea de la “integración de las artes” había estado presente tanto
66 Max L. Cetto, Modern Architecture in Mexico, 27.
67 Max L. Cetto, Modern Architecture in Mexico, 27.
68 Max L. Cetto, Modern Architecture in Mexico, 212.
69 Max L. Cetto, Modern Architecture in Mexico, 29.
70 Max L. Cetto, Modern Architecture in Mexico, 29.
71 Ver nota 35.
72 Max L. Cetto, Modern Architecture in Mexico, 29.
73 Max L. Cetto, Modern Architecture in Mexico, 29.
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